Crónica
Deportivo y Alavés empataron anoche en Riazor en un partido soso y trabado que sólo se puso interesante en los últimos veinte minutos de encuentro. Todo se decidirá a la vuelta, en Mendizorroza.
Vía RCDeportivo |
La cuesta de enero siempre se hace difícil. Y más cuando te han frenado en tu mejor estado de forma con un parón. Y eso se reflejó en Riazor en la ida de los octavos de final de la Copa del Rey.
Ya sin Ryan Babel, Gartitano optó por sacar el mismo once que ante el Betis con Marlos en el lugar del holandés y con Çolak sustituyendo al Fayçal, que se encuentra con Marruecos en la Copa África.
La noche estaba prevista con unas directrices bien distintas a las del último partido. Tanto que a los tres minutos el Depor ya estaba por detrás. Un fallo de Arribas propició que Santos se quedase sólo ante Rubén Martínez para firmar el 0-1. El Deportivo, desorientado y completamente apagado, estaba a remolque y apenas daba señales de vida -algo que se prologó durante toda la primera mitad-. Solo Emre Çolak fue capaz de generar peligro gracias al balón parado. Así llegó la única acción peligrosa del primer tiempo, con un testarazo de Arribas que lamió el larguero. Ya parecía que el descanso llamaba a filas cuando Hernández Hernández señaló penalti en una (dudosa) carga de Mosquera sobre Llorente. Edgar Méndez no fallaba y el 0-2 ya lucía en el marcador para poner rumbo al vestuario.
Tras la salida del túnel, parecía que nada iba a cambiar. El Alavés seguía igual de sólido. Marcajes al hombre tan pegajosos como la miel, coberturas perfectas para paliar cualquier acción por bandas... Garitano optó por menear el árbol y sacó a Borges y Çolak -quizá pensando un poco en Cornellá- para dar partida a Guilherme y Pinchi. El primero se convirtió en fundamental, el segundo en lucha impasiva. El Depor comenzó a recuperar balones cada vez más adelante con el brasileño ejerciendo de ancla y timonel. Un errático Marlos salió sustituido por Borja Valle y a partir de ahí el Depor acabó rompiendo la telaraña de Pellegrino con la resurrección de Bruno Gama. El luso, que llevaba cuatro meses haciendo pensar al graderío «¿Dónde está nuestro antiguo Bruniño?», reapareció cuando menos se le esperaba con un jugadón por banda derecha -con caño incluido- que
acabó en el gol de la esperanza a falta de diecisiete minutos para el final del choque.
Espoleados, los de Garitano arrinconaron a los vascos. De repente, en el césped volvía a verse al Depor que cerró el año. La tuvo Joselu dos veces, pero la puntería parecía mojada para el de Silleda. Se acercaba el final, y en medio del acoso Ibai derribó a Juanfran dentro del área en el penalti más clamoroso que se ha visto en años en Riazor. Hernández Hernández debía de estar a otra cosa, porque ni se inmutó. A Riazor le entró la mala vena, el «hay que empatar esto por narices». Y llegó el momento en forma de falta a Luisinho a un minuto para el final de partido. Bruno se vistió de ejecutor y Joselu de matador. El de Silleda explotaba mientras lanzaba la camiseta al aire en un estadio embravecido. Empezando 2017 remontando la cuesta de enero.
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