Crónica
El conjunto de Garitano tuvo que remontar ante el Eibar para llevarse los tres puntos, lo que deja para el recuerdo un anecdótico liderato en la primera noche de competición liguera.
Ya no había balas de fogueo. Los primeros puntos de la temporada estaban en juego ante un Eibar que en los principios de temporada siempre mete miedo. Y vaya si metió miedo. Pero al final, lo que faltó de "jogo bonito" sobró en carácter y oficio. Y si el aroma a gol lo ponen dos coruñeses estrenando su candidatura a capitanes, mejor imposible.
El primer once de la era Garitano se presentaba con Lux en portería; Juanfran, Sidnei, Albentosa y Navarro en línea de cuatro con Mosquera y Ghilherme en el doble pivote. A los costados, Bruno Gama y Carles Gil acompañaban a Fayçal Fajr en la mediapunta con Lucas como estandarte. Y comenzó a rodar el nuevo curso.
Con ritmo lento -algo lógico en el primer partido de la temporada- el Depor se fue acercando por el área de Riesgo, llegando incluso a pedir un posible penalti antes de que el cronómetro marcase los cinco minutos de reloj. Guilherme y Lucas fueron los primeros en avistar la meta vasca, mientras que Bebé probaba a Lux desde lejos. Sin apenas acciones destacadas, el partido llegó al descanso.
A partir de ahí, empezó el movimiento. Poco después de empezar el segundo tiempo, Ramis batía a Lux tras un saque de esquina botado por Bebé, que había amenazado los dominios del meta argentino con un disparo seco que "Poroto" envió al fatídico córner. Los viejos fantasmas volvían a merodear Riazor y la reacción de Garitano fue al compás. Había que cambiar la táctica.
La entrada de Florin Andone por Carles Gil, y la de Luisinho por Bruno Gama, dispuso un esquema de 3-5-2 con el que se vio a un Deportivo más dominador y más peligroso. Tanto que en el 69', el empate se restablecía en el marcador. Y es que lo que el fútbol te quita, también te lo da. Una falta lateral botada por Lucas Pérez dejaba sólo en el segundo palo a Pedro Mosquera, que con un sutil toque con la zurda, batía a riesgo para delirio de los 23.000 asistentes.
A medida que los minutos pasaban, la grada apretaba más. Y como una brisa de aire fresco, a los blanquiazules les cambió la cara. Faltaba el último paso, ese que tintineaba en la mente de los más optimistas. Hasta que llegó. Un absurdo -y dudoso- penalti cometido por Juncá sobre Lucas Pérez en el minuto 87' acabó por hacer estallar a un estadio que volvía a ver al 7 marcando en "su" portería. Esa a la que acudía de niño. La de Pabellón.
Quizás lo justo hubiese sido un empate, como afirmaron Medilibar y Garitano, pero de tantas tablas injustas la temporada pasada, parece que alguna, el endiablado mundo del fútbol, lo quiere compensar. Porque el Depor promete, y los coruñeses tienen toda la pinta de querer tomar las riendas. Y Mosquera y Lucas, con sus dos goles, han puesto la primera piedra.
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