Desde el corazón
Riazor vivía hoy la despedida de una temporada decepcionante en cuanto a resultados con una fiesta para la afición y el aviso de que los Blues se irían de Riazor a los 30 minutos. En medio de lo que podía haber sido una despedida más, se convirtió, para muchos, en el momento de salir de Riazor por primera vez con un buen recuerdo.
La marcha de los Blues supuso que el estadio se quedara algo huérfano. Y digo algo porque poco tardaron algunos "benditos locos" en intentar disfrutar los últimos minutos de temporada en Riazor. Invitaba al optimismo el resultado, y que al descanso se fuese con una cómoda victoria por 3-0.
Pasaba el cronómetro en la segunda parte cuando, en medio del momento, una cabeza pensante decidió iniciar lo que llevaba demasiado tiempo queriendo salir: la alegría, la tranquilidad, el disfrutar por primera vez en muchísimo tiempo de la fiesta del fútbol. Una fiesta del fútbol que hoy en Riazor se cerró con una ola, la ola de la tranquilidad.
Algunos dirán que los jugadores no se merecían esa ola, que estaba fuera de lugar, que menudo imbécil el que la quiso empezar y lo consiguió. Pues con toda la bondad os digo: aquí lo tenéis. La ola no era un premio a los jugadores, no era una celebración de una permanencia lograda por la incompetitivad de tres equipos peores que nosotros. Era todo lo que Riazor había tenido desde que por la mañana en los alrededores del estadio se iniciase una fiesta para el deportivismo. Ese que durante 9 largos y duros meses aguantó lo que otros no hubiesen tolerado ni 3 meses. Era la última jornada, y había que cerrarla como mejor sabemos, con una sonrisa en la cara. Porque bastante hempos sufrido como para que no podamos permitirnos el lujo de disfrutar, por una vez, de un ambiente tranquilo en nuestro templo y sin la sensación de jugarte la vida.
No pido que la gente me diga "muy bien hecho" ni nada por el estilo. Solo pido que del mismo modo que muchos respetamos la decisión de los Blues se entienda que pequeños, jóvenes, adultos y mayores hoy nos merecíamos salir del estadio felices. Y sinceramente, yo no he visto más felicidad en un grupo de chavales de ocho años como lo vi hoy. Y para mí no hay mayor pago que ver como un niño, o una familia, se van de NUESTRO estadio con una sonrisa en los labios. Así que, señoras y señoras, no le déis más vueltas. Que nos veremos la próxima temporada y que esperemos se acaben las decepciones en el campo y los enfrentamientos entre iguales. Que Depor solo hay uno. Y SOMOS NOSOTROS.
Y SOBRE TODO: FORZA DEPOR!
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