13 mar 2017

Oh capitán, mi capitán

Crónica

El Deportivo doblegó al FC Barcelona en un partido dominado, en buena parte del choque, por el conjunto coruñés. Un gol de Álex Bergantiños certificó una victoria que sabe a gloria en A Coruña a falta de una semana para el derbi.

Parecía el partido menos indicado para bajar al Barcelona de la nube tras el 6-1 inflingido al PSG. Y más si Andone, Sidnei o Mosquera eran bajas. Pero había esperanzas. Muchas depositadas en ciertos jugadores que pedían a gritos dar muestras de que estaban presentes, que no estaban desaparecidos del todo.

El Deportivo salió mordiendo, y al Barça le costaba. Le costaba y mucho. Sin apenas incidencia arriba y con los coruñeses saliendo en estampida a por los zagueros blaugranas. El dato más relevante fue el que los de Luis Enrique no tiraron a puerta en la primera media hora de partido. Albentosa y Arribas despejaban todo lo que llegase por alto, Juanfran y Navarro frenaban en seco las bandas... y la medular conformada por Borges y un inconmensurable Bergantiños acabaron por ahogar a su rival. Cuando el Barça apretaba y asomaba la salida a vestuarios, apareció el nombre de Joselu. Primero con un remate que obligó a Ter Stegen a despejar a córner y, luego, con un gol que ponía a todo el fútbol nacional en alerta. El Depor se adelantaba en el marcador.
Los jugadores festejan el 1-0, obra de Joselu

La vuelta de vestuarios acabó en empate blaugrana, cuando Luis Suárez fulminó un balón muerto en el área blanquiazul. Y si el gol local había despertado a los de "Lucho", el tanto del empate significó el dominio de los blanquiazules. A pesar de los arreones barcelonistas, el Depor ya se había creido el papel que Mel había estado intentando inculcar durante toda la semana. «Podemos ganarle a cualquiera». Primero Arribas obligó a Ter Stegen a volver a lucirse para, posteriormente, ver como el «Koeman de la Sagrada» volvía a ejercer de talismán ante el Barça. Alex Bergantiños, denostado por Garitano, apareció en el segundo palo para rematar al fondo de las mallas el tanto que, a la postre, se haría definitivo. A Riazor le sobraba garganta, y al equipo ganas de seguir combatiendo. Lux detuvo a la delantera mientras el equipo se mataba por conseguir una victoria que el fútbol debía a los deportivistas. Con el pitido final, el Depor respiró. Respiró tan hondo como la afición, que no se quería ni ir del estadio. Con el Miudiño de fondo, el Depor volvía a celebrar una victoria ante el Barça nueve años después, mientras las mentes entonaban «Oh capìtán, mi capitán».

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